"La Constitución de 1978 está muerta y bien muerta".
Inauguramos aquí una serie de artículos que pretenden mostrar cómo la Constitución Española de 1978 es la peor Constitución jamás proclamada a lo largo de la Historia de España y cómo este espasmódico engendro legislativo está conduciendo progresivamente a la completa destrucción de nuestra amada Patria: España (amada sólo para los bien nacidos y odiosa para los racistas y xenófobos nazionalistas que han proliferado en los últimos años como setas venenosas).
Nos centraremos, en primer lugar, en los denominados "artículos incumplibles" y, por supuesto, incumplidos:
Hace años, el conocido dirigente comunista Julio Anguita ya dijo que lo mejor de esta Constitución eran los artículos que nunca se cumplían. Y no le faltaba razón en ello.
Empecemos, pues, por algunos de los artículos de su Título Preliminar y nos centraremos hoy en el artículo 2:
Artículo 2. "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas."
¿Alguno de ustedes atisba esa "indisoluble unidad" por alguna parte? Porque yo no. ¿Han ejercido la Monarquía y el Gobierno alguna vez sus funciones para propiciar la unidad española? Jamás.
Ambas instituciones han practicado un auténtico laissez-faire ('dejad hacer') en el que cada "ente autónomo" redactaba su propio estatuto separatista y separador, hasta llegar a vomitivos resultados como el actual Estatuto de Cataluña, anteayer mismo declarado "constitucional" en su mayor parte. Una absoluta dejación de poderes por parte de esta Monarquía, que chupa de nuestros presupuestos como un insaciable mosquito, y por parte de los distintos gobiernos -tanto de derechas como de izquierdas- que han ido sucediéndose en comandita en esta farsa de democracia.
Distingue el vomitorio legal, por otra parte, entre "nacionalidades" y "regiones", conculcando el principio de igualdad entre todos los españoles.
¿Qué es una nacionalidad? ¿Qué es una región? "Nacionalidad" es un concepto inventado, ex profeso, para este engendro legislativo. Hasta la edición de 2001, el Diccionario de la Real Academia Española sólo recogía dos acepciones:
1. f. Condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación.
2. f. Estado propio de la persona nacida o naturalizada en una nación.
En la mencionada fecha, la mencionada institución cultural le añadió dos nuevas acepciones:
3. f. Esp. Comunidad autónoma a la que, en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y cultural.
4. f. Esp. Denominación oficial de algunas comunidades autónomas españolas.
Es decir, la lacaya Academia intentó adaptar la lengua a la política y no se limitó a lo que debiera haber hecho y siempre hizo: describir el uso habitual de la lengua.
La operación de la Academia sería similar a que hoy admitiese el uso de la palabra "miembra", como sugirió la ministra Bobaina Aído. Es decir: la lengua al servicio de los políticos.
En la Constitución no se indica qué distingue una nacionalidad de una región, aunque la intención de los beodos redactores de la misma fue la de considerar "nacionalidades históricas" a aquellas que ya habían sido alguna vez entidades autónomas, como Cataluña y el ¿País? Vasco, entidades que, por otra parte "adquirieron" dicha categoría debido a la violenta presión que ejercieron contra la ridícula II República.
Por tanto, el hecho de que Andalucía adquiriera posteriormente la condición de "nacionalidad histórica" es un sinsentido más, propiciado por esta separadora "Ley de leyes" que, desde que fue engendrada, sólo ha pretendido fomentar la cizaña y la desigualdad entre todos los españoles.
La misma Constitución que, hipócritamente, proclama la "indisoluble unidad de España" es la misma que propicia precisamente su solubilidad, como si de un despreciable e insignificante azucarillo se tratase...
(Continuará...)
2 Déjame un comentario, chati:
Perfeccionemos la democracia __abrogando la representación cuantitativa que utilizan los vividores del Estado para enriquecerse y perpetuarse en el poder cabildeando oscuros intereses__ e implantado la autogestión legislativa de los organismos intermedios de la sociedad, a fin que sean las propias organizaciones sociales las que promuevan sus legítimos intereses en la Tribuna Nacional. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD
Nada ni nadie es perfecto. Gran error pensar y admitir, y divulgar, que la unidad de España dependa de lo que digan o no un grupo de políticos. Aunque en la práctica los políticos tengan un gran poder, más del que nos pensamos, admitir que ellos puedan hacer lo que les plazca sobre este tema, es como firmar el principio del fin.
Las nacionalidades y regiones, ciertamente es un tema peliagudo. ¿Qué es una nacionalidad, un hecho nacional, un sentimiento nacional? Cada cual tiene su opinión, incluso su opinión completamente errónea sobre el asunto.
El principal punto de partida es: ¿qué es la nacionalidad española? Algunos lo tendrán muy claro, diáfano, pero para otros no lo será tanto. He conocido señores totalmente catalanes, hasta la médula, que apenas si hablaban correctamente el castellano, y eran españoles aférrimos. Diría que eran talibanes españoles. Eran gente mayor, eso también he de decirlo. Pero esto mismo se puede encontrar en Valencia, en Mallorca, en Galicia, en Asturias, en todas partes, y todos ellos son, o eran, porque la edad no perdona: españoles.
¿Qué les unía? ¿Qué les hacía ser, siendo aparentemente tan distintos, aunque en el fondo no tanto, españoles?
Lo que les hacía españoles era el querer es Españoles, el sentir que eran españoles y el amar a España, con todas sus diferencias y sus peculiaridades.
Yo no veo nada que pueda definir exactamente qué es ser español. Esto puede parecer un gran inconveniente, muchas mentalidades estrechas y cerradas se podrán sentir incómodas con esto y esta incomodidad les llevará al extremismo de considerarse sólo catalanes, o sólo andaluces, o sólo leoneses, o gallegos, etc., etc., pero lo cierto es que la indefinición, la falta de precisión, da una libertad absoluta. En ese sentido los españoles tenemos la inmensa suerte de poder ser como queramos, hablar con el acento que queramos, sin que nadie, a menos que quiera hacer el ridículo, pueda hacernos un exámen o exigirnos cumplir con unos requisitos precisos, medidos, pesados y tasados, como les pasa a los franceses, para poder sentirnos españoles.
Podemos hacer de esto una gran ventaja, o una gran desventaja y rasgasnos las vestituras por ello. Yo lo veo como una gran ventaja y una gran libertad para ser, actuar y vivir. Y lo único malo es que los nacionalismos periféricos quieren imponer el pensamiento único y la definición única para quebrar la libertad de los españoles para ser como nos de la gana ser.
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