En relación al tema del juicio al que ha sido sometido el escultor Eugenio Merino por realizar una estatua de Franco metido en un congelador, sólo quiero decir una cosa: ¿qué pasaría si alguien hiciera una estatua similar de Marx, Lenin o Stalin metidos en un frigorífico... Nada... ¿Se le ocurriría a algún juez admitir a trámite una querella porque sus seguidores se sintieran muy ofendiditos, ya que dañaban su imagen...? Al juez que lo hiciera, le meterían seguramente en un manicomio. Pues el caso es similar...
Franco era un personaje público y, como tal, sometido a todas las críticas o alabanzas que se le pudiera hacer. Si no hubiera querido que la Historia le juzgase, que se hubiera quedado en casa haciendo calceta en lugar de haber dado un golpe de Estado.
Lo más indigno de esto es que hayan admitido la querella... Este juez es del mismo tipo que aquel que admitió la denuncia, no hace tanto, contra Javier Krahe por aquel desagradable vídeo de "cómo cocinar a un Cristo" hecho... ¡en los años 80!, para luego absolver por completo al cantautor. ¿Para qué se admiten a trámite estos procedimientos absurdos si se sabe fehacientemente que van a acabar absueltos los acusados? Lo que debería empezar a investigarse, desde ya mismo, es a este tipo de jueces que operan de tan extraña forma ...
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