Rajoy se defeca en su palabra y subirá los impuestos

Algunos pensarán que este blog se está degenerando, pues, hasta hace poco, nunca permitiría un titular tan soez y carente de imaginación como éste. Y no les faltará razón... Pero son los signos de nuestros tiempos...

Y nuestros tiempos son los tiempos de defecarse en la propia palabra...

Nuestro espasmódicamente pasmado Neopresidente, que tanto criticó el insaciable y vampírico afán socialista de aumentar los impuestos hasta el infinito, mientras desagüaban todo lo recaudado a través del inmoderado dispendio, ha animado hoy el cotarro ibérico con una propuesta que algunos esperábamos, dada su reciente trayectoria... Es decir... subirá los impuestos...

Para mí, este señor se está comportando como un auténtico sinvergüenza... y cuando uso el término de "sinvergüenza", referido a esta vergüenza de neófito mandatario, estoy empleando el sentido literal del término: SIN-VERGÜENZA... Es decir, que carece de vergüenza alguna, al prometer una cosa e incumplirla nada más haber accedido al cargo...

Que vaya por delante la confesión de que yo he sido uno de los múltiples ingenuos que hemos votado a este mentiroso, mediante el autoengaño de que no se atrevería a repetir los mismos errores socialistas y de que, en cualquier caso, lo haría mejor que el anterior inútil de La Moncloa...

En cualquier caso, ya advertí aquí hace bien poco que votar a Rajoy era votar a Gallardón (quien parece haberse convertido en el auténtico mentor de este nuevo tarugoman "que nos hemos dado"). Recordemos la fruición con la que El Peor Alcalde de Madrid ha elevado el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles, otrora, Contribución Urbana) durante estos años, a la vez que condenaba al municipio capitalino al mayor endeudamiento de su historia...

Se nota, pues, la mano que mece la cuna de ese político, de la categoría mental de un bebé, que es Rajoy: la mano gallardonesca... Pues, precisamente, uno de los impuestos que van a volver a resubir es el del IBI...

Hace tan sólo un mes que los madrileños, por ejemplo, nos encontramos con una indecente nueva elevación del Impuesto de Bienes Urbanos y ahora nos topamos con una nueva alza del mismo impuesto revolucionario (...porque revoluciona las economías de todas las familias...).

Esta pandilla de sinvergüenzas ha optado por lo fácil... Así hasta sería presidente yo mismo... y usted, querido lector... Y hasta la mona Chita...: Pongámonos a subir impuestos a diestro y siniestro, y a rebajar prestaciones básicas a las personas más humildes y ya verá cómo, en menos de un año, transformamos el cruel déficit en rebosante superávit...

Porque, amén de este auténtico timo consistente en prometer una cosa y realizar la contraria, nos encontramos con que este pijocirco en el que hemos depositado nuestra confianza, entre las primeras medidas que ha adoptado, se encuentra la de congelar el salario mínimo ("que se mueran los pobres", parafraseando la sesentera canción "Que se mueran los feos"), dejar de subvencionar residencias para mujeres maltratadas sumidas en la pobreza y el desamparo o poner punto y final a derechos ya adquiridos y totalmente justos como el de la gratuidad de los libros de enseñanza obligatoria de la que ya gozaban los habitantes de Castilla La Mancha y que debiera haberse hecho extensivo al resto de los españoles hace años...

De todas formas, la costumbre de hacerse las necesidades en lo anteriormente prometido parece formar parte del decálogo del Partido Popular, pues acordémonos de cómo, hasta hace bien poco, este partido hizo bandera de su lucha contra la Ley Sinde a través del Manifiesto Libertad 2.0 (recordemos las reuniones en los Blogs & Coffee que convocaba) y ahora va a acabar imponiéndonos la socialista ley que tanto criticaron...

En fin... con mal pie comienza este señor... Pero recordemos que él, junto con todo su entramado de mentirosos, forman parte del pie derecho al que toca avanzar a hora, tras echar atrás el pie izquierdo... Dos extremidades alternantes en ese cuerpo que conforma España y que, pasito a pasito, nos conducen, indefectiblemente, hacia el abismo del subdesarrollo...

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