Si por algo se ha caracterizado la -para mí- fatídica trayectoria de la Iglesia de los últimos años- es por ese histérico fanatismo de adoración hacia un simple ser humano -el Papa- que ha sido señera de los dos últimos pontificados: el de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI...
El espectáculo de un Madrid -una ciudad con cuatro millones de habitantes- cortado al tráfico en su espina central -paseos del Prado y Recoletos- durante una semana no tiene parangón con nada jamás acaecido... Seguramente, durante la Guerra Civil nunca estuvieron cortadas estas dos arterias durante tantos días...
Tras el asesinato -o la muerte de susto por el soponcio que le dio al leer los papeles sobre la auténtica realidad de la Iglesia- de Juan Pablo I (para mí, el último verdadero Papa de la Cristiandad), vinieron los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que siempre actuaron en comandita, pues éste fue fiel asesor y pelota de aquél, además de director de la antaño sangrienta y ahora reconvertida Inquisición.
Pues bien, tras el susodicho asesinato/muerte del primer Juan Pablo, al segundón le dio por meterse en política (en lugar de dentro de su casulla) y se obsesionó en la lucha contra el comunismo... El único contrapeso que tenía el capitalismo radical, que ahora campa por sus respetos bajo el nombre de liberalismo (y encubre su verdadero nombre: "esclavismo" despiadado...).
Se sazonó la paella católica con distintos escándalos, como los económicos del arzobispo Marcincus, el Banco Ambrosiano, el asesinato mediante un rito masónico de Roberto Calvi (director del susodicho banco vinculado al Vaticano) y los tejemanejes de la logia masónica P2 (con perdón...).
Juanpa 2 dio además, preferencia a lo que se denominan actualmente "movimientos laicos" (Opus Dei, focolares, neocatecumenales, Comunión y Liberación), frente a los religiosos de toda la vida (jesuitas, franciscanos, dominicos...). Es decir: dio rienda suelta al histerismo gritón y circense -pero completamente lleno de vacuidad- que hemos visto estos días en Madrid...
Mientras ensalzaba movimientos radicales como el Opus, "enchironaba" en El Vaticano, hasta su muerte, al general de los jesuitas, el padre Arrupe...
La antigua, tradicional y seria Iglesia había sido sustituida por la histérica secta en que se ha convertido hoy en día, semejante a los "aleluyas" protestantes...
En los últimos años se añadió la guinda de los masivos escándalos de pedofilia por parte de religiosos católicos, que continúan hasta hoy sin vías de solución...
Decían que era un Papa "mediático", porque se preocupaba por su imagen... Recordemos las miles de fans cristianas que en los años ochenta, histéricas, gritaban a su paso y parecían quererle decir hasta barbaridades del tipo "Juan Pablo, queremos un hijo tuyo"...
En fin... tras el lamentable intento de asesinato del pontífice por parte del turcoloco de Alí Agca, parece que se avino a la humildad y se centró más en la religión en sí...
Pero las semillas de la papalatría ya habían quedado sembradas y, pronto, el culto al Papa fue toda una realidad... Los múltiples viajes del Papa viajero parecían evidenciar que los creyentes se denominaban así porque "creían" estar viendo al mismo Jesucristo, en lugar de a un ser humano que, simplemente, debía dirigir el legado de Aquél.
Y esto es lo que hemos padecido aquí en Madrid, amigos... Una auténtica papalatría de papanatas que lamerían los pies de un ser humano vestido de blanco mientras ofrecen la espalda al necesitado con que, día a día, se cruzan en las calles, en las esquinas o en el metro...
2 Déjame un comentario, chati:
En esta ocasión no estoy de acuerdo con el blog. Da lo mismo quien es el que vaya vestido de blanco. Si la gente va a ver a Benedicto no es porque sea muy guay, que no lo es, sino porque representa a Cristo y lo que nos dice tiene importancia para mucha gente.
Que haya histéricos, papanatas o lo que sea no quita razón a lo dicho anteriormente.
Ojalá se cortara la castellana más a menudo para cosas tan positivas como esta. Y decir que los que allí estaban no se preocupan del prójimo o del pobre es un juicio temerario además de falso.
Es la primera vez en mi vida que he visto cambiar el discurso a La Iglesia Católica, primero con Juan Pablo II y ahora con Benedicto XVI. Con los discursos anteriores fue cuando nació la "teología de la liberación", los asuntos de los pedófilos, los curas nacionalistas y la falta de libertad para el diálogo, salvo si eras de izquierdas. Creo que, tanto Juan Pablo como Benedicto, han colocado a la Iglesia en un sitio más acorde con lo que representa
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