Estos días hemos podido ver sorprendidos cómo al señor don José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, y antiguo ministro y presidente de Castilla-La Mancha, distintos medios de comunicación le sacaban pisos, propiedades, sociedades por doquier desde el inabarcable fondo de un saco infinito. Calculan algunos que el patrimonio "descubierto" y que -mientras no se demuestre lo contrario- es completamente legal podría superar los seis millones de euros.
En fin, no voy a entrar en el asunto de la procedencia del susodicho patrimonio, que para eso están los periodistas y los jueces -si es que éstos debieran intervenir en tal asunto.
Me centraré en lo que más me ha sorprendido de toda la situación: el rostro inconmensurablemente sonriente que ha presentado el señor Bono en todo momento.
A mí, la verdad, si ciertos medios de comunicación estuvieran veladamente acusándome, un día sí y otro también, de enriquecimiento ilícito, además de haberlo puesto inmediatamente en manos de mis abogados, tendría una facciones similares a las de Pluto, el perro de la Disney, tras una noche de insomnio.
Pero no. Don José Bono ha lucido en todo momento una esplendente sonrisa tan exagerada que hace daño al verle, pues parece que las comisuras de los labios le van a llegar al cogote, como en una rústica autooperación de estiramiento facial.
Cuando lo veo así, tan feliz, tan exultante, me da algo de repelús y -a la vez- de envidia, pues jamás yo podría lucir una sonrisa similar bajo ninguna circunstancia, ni siquiera en el caso de que me hubiera tocado, precisamente, la bono loto.
En fin: ya lo he dicho en alguna ocasión: "La sonrisa es la belleza del alma", así que el señor Bono debe de tener un alma muy bella.
¿O no?
1 Déjame un comentario, chati:
Tiene cara de humorista ríendose de su propio chiste.
Y chiste es la explicación que ha dado: que viene de familia humilde... se murió su padre y heredó... se murió su madre y heredó... se murió su suegro y su mujer heredó...
Coño, a mí me gustaría ser de familia humilde.
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