Son bien conocidos los recientes acontecimientos, aireados por todos los medios de comunicación españoles, en los que, tras el dramático asesinato de una destacada dirigente del Partido Popular en León, las redes sociales se han convertido en un auténtico y vergonzoso hervidero de opiniones, en el que multitud de internautas se han alegrado -sorprendentemente- de dicha muerte...
"Sorprendente" para mí, que no conocía de nada a la finada en cuestión, pero no tan sorprendente para muchas personas que sí parecían saber quién era y sobre la que, cruelmente, no han dejado de manifestar su odio...
El alegrarse de la muerte de alguien ya encasilla y degrada sobradamente a cualquier ser humano... Y todos aquellos que han manifestado con infantil sinceridad su opinión han quedado claramente desnudados ante la opinión pública como seres carentes de alma... O seres a los que difícilmente -desde un puesto de vista moral- podría calificarse de humanos, puesto que están desprovistos, a todas luces, de humanidad...
Pero la cuestión que se dirime ahora es... ¿Hasta qué punto debe coartarse la libertad de expresión a las personas que manifiestan su opinión ante un hecho ya acaecido? Es decir, ante un desgraciado acto, no propiciado por ellos, sino cometido por un tercero...
La Justicia, ha emprendido una caza y captura sobre los miles y miles de internautas que, desgraciadamente, se han alegrado de esta muerte. Curiosamente, la fallecida militaba y era un alto cargo del actual partido en el poder...
Sólo quiero plantear una cosa: ¿es ésta una persecución moral contra determinadas personas que manifestaron su opinión, totalmente errónea... o es una persecución ideológica instigada por el Gobierno?
¿Por qué digo esto...?
Por una razón muy simple, que denota la escasa memoria del español medio...
Recientemente falleció Santiago Carrillo, dirigente histórico del Partido Comunista de España...
Las redes sociales se llenaron de innumerables comentarios de ultraderechistas españoles que se alegraban -sin ningún pudor- de su muerte e insultaban al fallecido con toda clase de improperios...
El Gobierno no movió un ápice para atajar de cuajo tal cúmulo de insultos vomitado sobre una persona recientemente muerta... ¿Por qué...? ¿Porque era comunista...?
¿Es perseguible, por tanto, el insulto a una persona fallecida si es de Derechas y no lo es, en absoluto, si es de Izquierdas?
Señores, desde ahora mismo, exijo que la misma contundencia que muestran, en estos momentos, en la persecución hacia estas personas, la manifiesten en todas las redes sociales -principalmente en Twitter y en Facebook- contra todos aquellos que se rieron, alegraron y practicaron el más descarnado insulto contra Santiago Carrillo...
Seamos congruentes, señores, porque -de no ser así- el Gobierno del Partido Popular estará mostrando al mundo entero una nueva faceta que todos temíamos que, tarde o temprano, no tardaría en llegar... La de una auténtica dictadura mediática...
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