Si hay algo de bueno que hayan traído los tragicómicos episodios de corrupción que pululan por doquier en nuestra atribulada nación es que, por fin, los españoles nos hemos puesto de acuerdo en algo: en nuestro rechazo mayoritario a la casta política que ha inundado este país -como un negro chapapote- desde 1978...
Votantes de Derechas e Izquierdas coinciden en casi todos los presupuestos y, hasta antiguos monárquicos, han soplado sobre la nube que les velaba la mirada... y han descubierto que la corrupción ha anegado también la irreal Casa Real...
"No hay mal que por bien no venga", sería el dicho aplicable a esta situación...
¿Qué resta, pues...?
Resta poner fin a este régimen corrupto, instituido, en sus cimientos, a dedazo, por una también maculada Dictadura precedente, que nos endosó a un Jefe de Estado inelegido en votación individual y sólo votado a condición de que se nos "concediera" una débil democracia...
Un sistema que multiplicó por 17 el entramado administrativo y funcionarial "para que tuvieran cabida todos"... Es decir, los enchufados del franquismo, los de los represaliados del mismo régimen, los comunistas, socialistas, democristianos, falangistas, republicanos y monárquicos, cegados por la ambición de repartirse el suculento pastel que les esperaba... a ellos, a sus hijos, cónyuges, hermanos, sobrinos y amigos...
Ése fue el gran "éxito" de la transición: que los bandos enfrentados, dejaran de pelearse, por fin, compartiendo para siempre, insaciables, esta auténtica merienda de negros...
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