El origen de la celebración navideña en el mes de Diciembre se remonta a los primeros siglos del Cristianismo. Inicialmente, la Iglesia celebraba la Navidad el 6 de Enero, día que aprovechaba también para conmemorar la Epifanía y el Bautismo de Jesús por San Juan.
Debemos señalar que la elección del 6 de Enero hundía sus raíces en el calendario egipcio... Los egipcios dividían el año en 12 meses de la misma duración (30 días), lo que daba un año de 360 días... Como quedaban 5 días descolgados (del 1 al 5 de enero), no los consideraban pertenecientes ni al año anterior ni al nuevo año, con lo que daban inicio al nuevo período el 6 de Enero.
Poco tiempo después, la Iglesia Católica decidió cambiar la tradicional celebración al 25 de Diciembre. Por el contrario, la Iglesia Ortodoxa, ha mantenido hasta hoy la celebración de la Navidad en su fecha originaria -el 6 de Enero-, frente a la herejía que supuso para la época los nuevos cánones católicos, como siglos después supuso para esta última la Reforma Protestante...
¿Qué motivó a la nueva herejía católica para el traslado de la fiesta del 6 de Enero al 25 de Diciembre...?:
Por aquella época, una nueva religión había arraigado firmemente en Roma, la adoración al Sol Invictus, y era precisamente ese día el que culminaba dicha adoración a nuestro astro.. La fiesta del Sol Invictus, a su vez, no es más que una nueva versión de las ancestrales celebraciones del Solsticio de Invierno (el día más corto del año, a partir de cuya fecha, empieza a "crecer" la luz del Sol, poco a poco, hasta el Solsticio de Verano...). Las diferencias entre las celebraciones del 25 de Diciembre y el 21 de Diciembre se deben, seguramente, al fenómeno astronómico de la precesión de los equinoccios, que va trasladando, con el paso de los siglos, el comienzo de las estaciones del año.
La superposición de la fiesta cristiana sobre la fiesta pagana, entra dentro de la metodología habitual de la Iglesia, que siempre ha intentado tapar con sus creencias fiestas mucho más antiguas (el antiguo Halloween celta, al que superpuso la Fiesta de Todos los Santos; las fiestas equinocciales de la Primavera, a las que superpuso las fiestas de San Juan; los antiguos templos de Isis -representada ésta por una diosa negra sobre la que se sentaba su pequeño hijo Horus-, sobre los que se levantaron nuevas iglesias y se adoraron a Vírgenes negras -como la Moreneta- o, sin remontarnos tan atrás, antiguas mezquitas musulmanas sobre las que se erigieron también iglesias)...
Si bien tenemos una fecha exacta (y hasta hora) para la muerte de Jesús, no tenemos, por el contrario, una fecha válida para su nacimiento... De ahí este vaivén al que ha sido sometida la celebración de la Navidad a lo largo de los siglos.
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