Frecuentemente hablo del servilismo español, ese endémico mal que penetra en la médula de buena parte de los españoles actuales.
Pero ahora vamos a hablar de otro mal que aflige a sólo una pequeña parte -pero significativa- de nuestra atribulada sociedad.
Me refiero, como reza el título, a la cobardía vasca.
Con cobardía vasca me refiero no sólo a aquellos vascos etarrasesinos buscados por la policía. A esos gudaris (="soldados") vascos que hace unas horas acaban de poner una bomba en una casa cuartel de la Guardia Civil, a las 3.00 de la madrugada. Cuando dormían. Cuando una persona está completamente indefensa. Me refiero no sólo a esos asesinos que hace años pusieron otra bomba en otra casa cuartel por la que murieron varias niñas. Me refiero no sólo a esos chuloputas, a esos verdaderos txakurras (="perros") que, cuando menos se lo espera uno, te meten un tiro por la espalda, ni siquiera de frente, como un hombre.
Me refiero también a esa buena parte de la sociedad vasca que, aunque no sean asesinos, les jalean, les halagan, en un kañaaespaña de ridículos ladridos.
Me refiero también a esos "nacionalistas moderados", que, aunque no apoyan en absoluto ese masacrismo repulsivo, "les comprenden" y están sólo preocupaditos por los "derechos de los presos etarras", mientras que a las víctimas de los asesinos, en su opinión, bien les puede ir dando por...
Me refiero también a los que piensan que "unos tienen que mover el árbol para que otros recojan las nueces".
Me refiero también a esos paletonazis que piensan que los vascos son una raza (!) superior y que los demás no somos más que maketos.
Me refiero también a esos izquierdahundidos que pactaron sin niguna reticencia el pacto de Estella con los batasunos.
Me refiero también a todas esas personas que saben que su vecino pertenece a ETA y no dicen nada ("porque este es un país muy pequeño y todos nos conocemos"). Muy pequeño no sé, pero muy cobarde sí.
Y mi más profundo afecto a esos vascos de bien, perseguidos y humillados en su región, que luchan como pueden por defender la igualdad y libertad de todos. Son la cara brillante y pulida de esa moneda con otra cara, oxidada, podrida y cobarde.
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