Ayer ETA asesinó al empresario vaso Ignacio Uría cuando salía de su coche para dirigirse a su partida de cartas en Azpeitia (Guipúzcoa).
Pocas horas después del atentado, sus compañeros continuaron con la partida de cartas, aunque sin Uría, sustituido por otro jugador.
Todo esto es un fiel reflejo del carácter moral de buena parte de la sociedad vasca.
El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
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