Catón el Viejo, senador romano hacia el siglo II a.C., en plenas guerras púnicas, finalizaba siempre sus discursos con la famosa frase Carthago delenda est ('Cartago debe ser destruida'), viniera o no a cuento. Bien podría estar hablando sobre el alcantarillado romano o sobre el precio de la fruta. Dicha sentencia ponía el remate final a todos sus discursos.
Él sabía perfectamente que, para que Roma sobreviviera, Cartago debía ser destruida.
Acordémonos de que Aníbal llegó hasta las puertas de Roma y a punto estuvo de destruirla.
De hacerlo, la Historia hubiera marchado por derroteros muy distintos: el Imperio Romano no hubiera existido, el Cristianismo no se hubiera propagado por el mundo y España, seguramente, no hubiera existido como nación.
Ahora estamos ante una tesitura similar.
O Rusia o el resto del mundo civilizado.
Barbarie o civilización.
Sabemos que el hitlérico Putin y sus enloquecidos pelotas seguidores (es decir, casi todo el pueblo ruso) han decidido no sólo quitarle una parte a un pobre país como Ucrania, sino, posiblemente, cerrarle todas las puertas al mar y, quizás, aprovechando que pasaba por ahí, apoderarse de la Transnistria y, de paso, de Moldavia. De aperitivo.
De entrante, sólo para empezar.
Seguramente luego seguiría con el resto de Ucrania, exterminando a todo el que no se sometiera, y, posiblemente, intentaría saciar su fascista apetito con el resto de Europa.
Seguramente luego seguiría con el resto de Ucrania, exterminando a todo el que no se sometiera, y, posiblemente, intentaría saciar su fascista apetito con el resto de Europa.
Porque "Rusia no tiene fronteras", como el mismo Putin le dijo, hace unos años, riéndose, a una niña que le había recitado las fronteras del hipócrita país del abrazo del oso.
Rusia nos ha lanzado el guante del duelo.
No le concedamos que dispare el primer tiro.
Porque esto es un duelo al sol: el primero que efectúa el disparo, gana.
No dejemos que Putin sea el primero en decir "alea jacta est".
No dejemos que Putin sea el primero en decir "alea jacta est".
Digámoslo nosotros primero. Porque "audaces fortuna iuvat" ('la fortuna favorece a los audaces').
No tengáis miedo a la muerte, sino miedo a la muerte de vuestra libertad.
Rusia delenda est.
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