Tres en uno. Uno: el presidente del Gobierno no tiene una mejor ocurrencia que hacerle la pelota servil al sátrapa de Marruecos, dándole la razón en su ilegal anexión del antiguo Sáhara Español.
Dos: Deja al pueblo saharahui, al que debemos toda la ayuda posible para conseguir que sea una nación libre y soberana, tras nuestro colonialismo, que nunca debimos practicar. Un pueblo que aún usa el español en muchas circunstancias y hasta ha conservado la peseta (la peseta saharahui). Nuestro deleznable presidente ha cometido la más injusta y cobarde traición que se puede cometer contra ese pueblo.
Tres: Su vil acción provoca que Argelia, Estado que, generosamente ha acogido durante décadas al pueblo saharahui, retire a su embajador de España y nos amenace con que seamos el único país al que va a subir el precio del gas natural. Y en estas circunstancias de espiral casi infinita de subida de la inflación.
Recordemos que Argelia nos suministra el 40% del gas que consumimos.
España ha dejado ya de ser una isla energética.
Este disminuido psiquiatricopolítico ha actuado como si fuese un Jefe de Estado y, sin consultar en absoluto al Parlamento, ha ejercido una acción unilateral suicida y cobarde.
El Parlamento debiera inmediatamente someter una proposición de ley que invalidara inmediatamente tamaña fechoría propia de la escasa inteligencia socialista.
Y, a todo esto, ¿qué hace nuestro Jefe de Estado, nuestro Rey? ¿Posar como su padre sin intervenir en absoluto? Esto es un asunto de Estado en el que tendría que intervenir tanto quien ejerce su jefatura como el Parlamento, elegido por el pueblo.
Pues bien. Ya estoy harto de estos socialistas, de estos bobos que van a llevar a España a la ruina.
Si se nos encarece aún más el precio de la energía por las acciones de esta gente -el Gobierno socialista, sus votantes y sus simpatizantes- debieran ser ellos y no el resto de los españoles, los únicos que tendrían que pagar de su bolsillito el coste adicional que va a suponer semejante despropósito.
Habría que abogar por acabar con el voto secreto. Lo que se necesita es el voto responsable. Que se sepa lo que vota cada uno. Y si el votado y los votantes -tan responsables como él- cometen un dasaguisado de tal guisa, que sean ellos los auténticos paganos y no los demás.
Esto es un sueño, por supuesto, pero sería el sueño más justo que podría haber.
Señor, líbranos de los tontos, que de nuestros enemigos ya nos sabremos librar nosotros mismos.
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